Allá por el año 2007, cuando River transitaba un proceso muy irregular en lo futbolístico, un joven enganche surgido de la cantera aparecía para darle esperanzas, a mediano o corto plazo, a un plantel que hacía mucho que no festejaba un título. Ese juvenil era Damian Lizio. Un volante creativo con talento suficiente como para calzarse la número diez que vistieron grandes glorias riverplatenses.
Sin embargo, la esperanza se hundió mucho mas profundo que el titánic. Porque a pesar de tener rodaje en algunos partidos desde que debutó en la primera de River, el enganche no pudo demostrar todo lo que insinuaba a gestar. Tampoco jugó una cantidad de minutos suficientes como para hacerlo en un equipo tan grande y competitivo como lo es el club de Núñez.
Fue en el año 2009 (para el segundo semestre del año) cuando emigró al Córdoba de España. Y a pesar de haber sido observado por caza talentos europeos que lo llevaron al club español, continuó por la senda de la eterna promesa que no se transforma en realidad.
En Septiembre del año 2010, fue transferido al Anorthosis Famagusta Chipriota, pero sin pena ni gloria, terminó por emigrar una vez más de un club. Hasta que en Enero del año 2011, fue contratado por el Bolívar de Bolivia y hoy por hoy es una de las piezas fundamentales para el equipo sudamericano. Y si bien está demostrando todo su potencial como futbolista, la palabra River Plate para Lizio sigue siendo una cuota pendiente en su carrera como profesional.
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