La operación ascenso está en marcha. Hasta que jueguen Instituto e Independiente Rivadavia de Mendoza por la fecha 16 del certamen de segunda división, River comparte la punta del campeonato con "la gloria". Esto, a pesar de jugar en una categoría ajena a nuestra historia, es muy meritorio. Y mucho más si nos enfocamos en el proyecto Que River apostó a gestionar a a raja tablas.
Si algo le faltaba al equipo del semestre anterior, dirigido por un cuestionado Juan José López, era la serenidad para jugar los encuentros que eran definitorios para la actividad deportiva en el club de Núñez. Jugadores como Lamela, González Pires o hasta Roberto Pereyra fueron quemando etapas por la compleja obligación de transformarse en salvadores de un equipo acostumbrado a los fracasos futbolísticos.
Fue así que, con la confianza depositada en un equipo con jugadores experimentados y una base de futbolistas surgidos del club, River encaró gran parte de la primera etapa de la divisional. Por momentos luce y por momentos no tanto. Y de la mano de un primerizo Matías Almeyda, pero con las convicciones claras y propias de un ex jugador con personalidad destacada, el equipo millonario va consiguiendo una identidad que ya supo tener en etapas gloriosas de la institución. Quizás se tardó un tiempo considerable para volver a las raíces riverplatenses, pero nunca es tarde para empezar de nuevo. Y mucho más con lo que significa la revolución River en la B Nacional.
Seguramente muchos hinchas deben estar aún consternados por lo que significó el partido ante Belgrano de Córdoba, pero aún en las grandes crisis, es donde se ve el temple de los grandes hombres con temperamento suficiente para aguantar mochilas pesadas. El plan ya está en marcha, y con trabajo y sacrificio, River volerá lo más alto. Donde supo estar siempre.
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